Page 458 - Anatema - Neal Stephenson
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maquinaria que servía para hacerlas sonar. Oía a Ala y a
Tulia hablando. La escalera llevaba a una trampilla en el
suelo. Mientras subía el corazón me resonaba como una
campana; agarraba los travesaños con fuerza para no
caerme. Me había metido las flores en el paño para tener
libres ambas manos y las estaba sudando. Desagradable.
Ala se rio de un comentario ingenioso de Tulia. Me alegró
ver que era capaz de reírse; luego me disgusté, de forma
muy extraña, porque ya me hubiese superado.
No había forma de entrar sin llamar la atención. Abrí la
trampilla. Las chicas callaron. Pasé el ramo por la abertura
y lo arrojé al suelo, pensando que, como primera
impresión, sería mucho más favorable que mi cara, que
últimamente hacía que las jóvenes saliesen corriendo. Pero
con aquello sólo retrasaba lo inevitable. Mi rostro estaba
unido al resto de mi persona. Llegaríamos juntos. Pasé el
torso lamentable por el hueco y miré a mi alrededor, pero
no vi nada; el cuarto tenía ventanas, pero las habían
tapado. Las chicas, sin embargo, con los ojos adaptados a
la oscuridad, me reconocieron, y callaron aún más, si eso
era posible. Hice entrar el resto de mi persona.
Tulia encendió su esfera. Ella y Ala estaban sentadas
juntas en el suelo, apoyadas en la pared. Me pregunté por
qué. Pero temía abrir la boca para cualquier cosa que no
fuese el propósito de la visita. Así que me arrodillé a un
lado de la trampilla y recogí el ramo. Lo que me dio unos
momentos para comprender que no tenía plan y nada que
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