Page 46 - Anatema - Neal Stephenson
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Supuestamente un túnel permitía el acceso subterráneo a


          los  mecanismos  del  reloj,  que  tenían  la  obligación  de

          reparar. Pero eso, como pasa con la mayoría de nuestra

          información relativa a los Ati, era poco más que mitología.


            Por lo tanto, había ocho formas de llegar a la Seo si sólo

          se contaban los portales. Pero la arquitectura cenobítica

          era ante todo complicada y había también varias puertas


          pequeñas, que se usaban muy de vez en cuando y cuya

          existencia apenas nadie conocía… excepto los filles más

          curiosos.


            Pasé entre los tréboles todo lo rápido que pude sin pisar

          ninguna abeja. Aun así fui más rápido que los que estaban


          en las Siete Escaleras y llegué enseguida a la puerta del

          prado, encajada en un arco de mampostería fijado en la

          roca. Un tramo de escalones de piedra me llevó hasta la


          planta principal de la Seo. Atravesé una serie de pequeños

          almacenes  donde  se  guardaban  las  vestiduras  talares  y


          objetos ceremoniales mientras no se usaban. Luego salí al

          batiburrillo arquitectónico de la esquina suroeste, que los

          Dieces  empleábamos  a  modo  de  nave.  Los  fras  y  sures


          entrantes me impedían ver. Pero había zonas sin gente, allí

          donde algún pilar tapaba la vista. En una de esas zonas,

          justo en la base de un pilar, estaba nuestro vestuario. La


          mayor parte de la ropa estaba por el suelo. Fra Jesry y fra

          Arsibalt andaban cerca, ya forrados de escarlata y con cara

          de irritación. Fra Lio braceaba entre seda intentando dar


          con su túnica favorita. Yo me apoyé en una rodilla y, entre



                                                                                                            46
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