Page 47 - Anatema - Neal Stephenson
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las que había en el suelo, encontré una de mi talla. Me la


          eché por encima, me la até y me aseguré de que no me

          impidiese andar antes de colocarme tras Jesry y Arsibalt.

          Un momento más tarde Lio se levantó y se puso detrás de


          mí,  demasiado  cerca.  Salimos  de  la  sombra  del  pilar  y

          atravesamos  la  multitud  hacia  la  pantalla,  siguiendo  a

          Jesry, quien no temía usar los codos. Pero no había tanta


          gente.  Sólo  se  habían  presentado  como  la  mitad  de  los

          Dieces;  los  demás  estaban  muy  ocupados  preparándose

          para Apert. Nuestros fras y sures estaban sentados frente


          a la pantalla suroeste en filas escalonadas. Los de delante

          se sentaban en el suelo. Los de la siguiente fila estaban


          sentados en sus esferas, del tamaño de una cabeza. Los

          situados  detrás  de  éstos  habían  dado  a  sus  esferas  un

          tamaño mayor. Las esferas de los del fondo eran mucho


          mayores que las que se usaban para sentarse, hinchadas

          como enormes globos muy ligeros, y lo único que impedía


          que  rodaran  y  derribaran  a  la  gente  era  que  estaban

          encajadas entre muros, como huevos en una caja.

            El granfra Mentaxenes abrió la puertecita de la pantalla.


          Era  muy  mayor  y,  estábamos  completamente  seguros,

          ejecutar  ese  gesto  todos  los  días  era  lo  único  que  le

          mantenía con vida. Todos pisamos una bandeja llena de


          resina en polvo para que los pies se nos agarrasen mejor al

          suelo.

            Luego salimos y, como granos de azúcar vertidos en una


          taza de té, nos disolvimos en un espacio enorme. Algo en



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