Page 48 - Anatema - Neal Stephenson
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la construcción del presbiterio hacía que pareciese una
cisterna almacenando toda la luz que hubiese caído sobre
el concento.
Mirando justo desde el otro lado de la pantalla, uno veía
el techo abovedado de la Seo elevándose casi doscientos
pies, iluminado por la luz que penetraba por las vidrieras
del clerestorio que lo rodeaba. Tanta luz, iluminando las
brillantes superficies interiores de las ocho pantallas, hacía
que éstas fuesen completamente opacas y daba la
impresión de que los cuatro teníamos la Seo para nosotros
solos. Los Milésimos que hubiesen descendido por su
escalera amurallada y cubierta para asistir a Provenir nos
estarían viendo a través de su pantalla, pero no podrían
ver al artesano Flec, con su camiseta amarilla y su
motucaptor, en la nave norte. Tampoco Flec podría verlos
a ellos. Pero tanto Flec como los Milésimos presenciarían
el auto de Provenir, que se desarrollaría en el presbiterio,
exactamente igual que el rito celebrado mil, dos o tres mil
años antes.
El Præsidium se apoyaba en cuatro patas de piedra
acanalada que atravesaban el centro del presbiterio y,
suponía yo, también la cámara subyacente donde los Ati
se ocupaban de los movimientos de sus piezas. Yendo
hacia el centro pasamos junto a uno de esos pilares. No
eran redondos, sino planos y situados en diagonal, casi
como los alerones de un cohete de antaño, aunque no tan
finos. De ese modo llegamos al pozo central de la Seo.
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