Page 595 - Anatema - Neal Stephenson
P. 595

algunas brillantes y un planeta desafiando la luz del día


          que empezaba, sucumbiendo con el paso de los minutos.

            Podría  haberme  quedado  allí  mirando  y  escuchando

          durante  horas.  Tuve  la  idea,  que  podía  ser  sólo


          imaginación  mía,  de  que  fra  Jad  cantaba  un  canto

          cosmográfico:  un  réquiem  por  las  estrellas  que  el

          amanecer  se  iba  tragando.  Ciertamente  era  música  de


          lentitud cosmográfica. Algunas notas duraban más de lo

          que yo podía contener el aliento. Debía de conocer algún

          truco para respirar y cantar al mismo tiempo.


            Una única campana sonó en el monasterio. La voz de un

          sacerdote cantó una invocación en orto antiguo. Un coro


          le respondió. Era una llamada al auto de amanecer, o algo

          así.  Me  sentí  triste  de  que  sus  rituales  estuviesen

          pisoteando el canto de fra Jad. Pero tuve que admitir que,


          si Cord hubiese estado despierta para ver aquello, habría

          tenido muchas dificultades para distinguirlos. Lo que fra


          Jad estuviese cantando hundía sus raíces, sabía yo bien, en

          miles  de  años  de  investigación  teorética  unida  a  una

          tradición musical tan antigua e igualmente profunda. Pero


          ¿por qué poner música a la teorética? ¿Y por qué quedarse

          despierto  toda  la  noche  sentado  en  un  lugar  hermoso

          cantando esa música? Había formas más simples de sumar


          dos y dos.

            Yo  había  cantado  de  bajo  desde  aquella  temporada

          portentosa,  seis  años  antes,  en  que  mi  voz  había  caído


          desde  la  tesitura  de  soprano.  Donde  yo  vivía,  eso



                                                                                                          595
   590   591   592   593   594   595   596   597   598   599   600