Page 16 - El Planeta Prohibido - Stuart W J
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sacó las anchas correas que servirían para atarme a ella. Me
miró otra vez. Ya no sonreía—. Una cosa quiero advertirle,
doctor: para un “Jag” debe usted apretar bien fuerte las
correas.
—Lo tomaré en cuenta —le contesté. Ensayé una
sonrisa, pero no debo haber tenido mucho éxito, porque de
pronto extendió una mano y me palmeó el hombro.
—Tómelo con calma —dijo—. Tómelo con calma.
Salió, cerrando la puerta tras sí.
Encendí un cigarrillo y fuí y vine por el camarote, dando
cuatro pasos en cada sentido. Me pareció que el tiempo
transcurría con lentitud, pero sólo pasaron un par de
minutos antes de que se oyera el agudo silbido de la señal
de alerta a toda la tripulación, a través del
intercomunicador.
—Escuchen ahora —dijo nuevamente la voz de
Adams—. ¡Todo el mundo a las posiciones de DC!
(deceleración), ¡todo el mundo a las posiciones de DC! Los
jefes de sección comuniquen una vez cumplida la orden.
Nada más.
No era sólo mi frente la que sudaba ahora. Me sentía
totalmente mojado. Me recosté en la inclinada litera, apoyé
los pies en el descansapiés y comencé a atarme las piernas.
Mis dedos sintieron la frialdad del suave y resbaladizo
material plástico de las correas.
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