Page 107 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Finalmente, Brahma dejó escapar una risita.


           –Soy un tanto temperamental, es cierto –explicó–, y quizá

        demasiado quisquilloso sobre mi pasado. Por supuesto, a

        menudo he bromeado sobre el asunto con otros hombres.


        Estás perdonado. Retiro la maldición que iba a lanzar.

           »¿Y tu decisión, infiero, es aceptar mi oferta? –inquinó.


           –Correcto –dijo Sam.

           –Bien. Siempre he sentido un afecto fraternal hacia ti. Ve

        ahora a llamar a mi sacerdote, para que pueda darle ins‐


        trucciones relativas a tu reencarnación. Te veré pronto.

           –Por  supuesto,  Señor  Brahma  –asintió  Sam,  y  alzó  su

        pipa. Luego empujó la estantería y buscó al sacerdote en la


        sala de fuera. Varios pensamientos cruzaron por su cabeza,

        pero esta vez prefino no expresarlos.






           Aquella tarde, el príncipe celebró consejo con los miem‐


        bros de su séquito que habían visitado a familiares y ami‐

        gos dentro de Mahartha y con aquellos que habían reco‐

        rrido la ciudad en busca de noticias y habladurías. Por ellos


        supo  que  solamente  había  diez  Maestros  del  Karma  en

        Mahartha y que tenían sus alojamientos en un palacio en

        las laderas del sudeste de la ciudad. Efectuaban visitas pro‐


        gramadas a las clínicas o salas de lectura de los Templos,

        donde se presentaban a juicio los ciudadanos cuando soli‐


        citaban una renovación. La propia Mansión del Karma era

        una  enorme  estructura  negra  en  el  patio  de  su  palacio,

        donde acudía el solicitante, tras haberse sometido al juicio,




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