Page 112 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–¿Por qué habrían de hacerlo? –inquinó Narada–. Es difí‐


          cil que esperen reticencias y elaboradas precauciones por

          parte de alguien a quien le están haciendo un favor. No,

          creo que podemos salirnos con bien de esto. El Shan no


          conseguiría pasar una sonda, por supuesto, pero debe pa‐

          sar sin problemas un escrutinio superficial, acompañado


          como  va  por  tus  hombres.  Por  el  momento,  cree  que  es

          Siddhartha, y puede pasar cualquier detector de mentiras

          sencillo que se le ponga al efecto, lo cual creo que es el obs‐


          táculo más serio con el que es posible que se encuentre.

             Así que aguardaron, y las tres docenas de hombres regre‐

          saron  con  sus  bolsas  vacías,  reunieron  sus  pertenencias,


          montaron en sus caballos y uno tras otro se dispersaron por

          la ciudad, como si fueran en busca de diversión, pero diri‐


          giéndose en realidad hacia el sudeste.

             –Adiós, mi buen Hawkana –dijo el príncipe, mientras el

          resto de sus hombres recogía sus cosas y montaba–. Como


          siempre, hablaré muy bien de tu alojamiento a todos aque‐

          llos con quienes me encuentre en mis tierras. Lamento que

          mi  estancia  aquí  se  haya  visto  interrumpida  tan  brusca‐


          mente, pero debo volver para sofocar un levantamiento en

          mis provincias tan pronto como abandone la Mansión del

          Karma. Ya sabes cómo surgen esas cosas apenas el gober‐


          nante da la espalda. Así que, aunque me hubiera gustado

          pasar otra semana bajo tu techo, me temo que este placer


          deberá  ser  postergado  para  otra  ocasión.  Si  alguien  pre‐

          gunta por mí, dile que me busque en Hades.

             –¿Hades mi Señor?




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