Page 122 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El príncipe condujo su montura con las rodillas, volvién‐


          dola hacia la negra Mansión.

             –¡Cerrad filas, por ahora! –gritó el Maestro.

             –Lo mismo digo –señaló el príncipe a sus hombres.


             Los dos cruzaron el patio, y el príncipe desmontó ante la

          Mansión.


             –Me debes un cuerpo –dijo en voz baja.

             –¿De qué estás hablando? –murmuró el Maestro.

             –Soy el príncipe Siddhartha de Kapil, Atador de Demo‐


          nios.

             –Siddhartha ya ha sido servido –dijo el otro.

             –Eso crees –dijo el príncipe–. Convertido en un epiléptico,


          por orden de Brahma. Pero no es así. El hombre al que tra‐

          tasteis antes era un impostor involuntario. Yo soy el autén‐


          tico Siddhartha, oh sacerdote sin nombre, y he venido a re‐

          clamar mi cuerpo, uno que sea completo y sano y sin en‐

          fermedades ocultas. Me servirás en este asunto. Me servi‐


          rás voluntaria o involuntariamente, pero me servirás.

             –¿Eso crees?

             –Eso creo –respondió el príncipe.


             –¡Atacad! –gritó el Maestro, y lanzó su oscuro palo contra

          la cabeza del príncipe.

             El príncipe esquivó el golpe y retrocedió, sacando su es‐


          pada. Dos veces paró el golpe del bastón. Luego recibió un

          tremendo  golpe  en  el  hombro,  precipitado,  pero  lo  sufi‐


          cientemente  fuerte  como  para  hacerle  tambalear.  Dio  la

          vuelta a la yegua blanca, perseguido por el Maestro. Elu‐

          diéndolo, manteniendo el caballo entre él y su oponente,




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