Page 118 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El príncipe sonrió.


             Sus  hombres  desmontaron  y  empezaron  a  arrancar  ar‐

          bustos, abriéndose camino a patadas por entre los macizos

          de flores.


             –¡Diles que se detengan!

             –¿Por qué debería hacerlo? He venido a hablar con los


          Maestros del Karma, y tú me dices que no puedo. Yo te

          digo que sí puedo, y lo haré. Veamos quién de los dos tiene

          razón.


             –Ordénales que se detengan –dijo el otro–, y transmitiré

          tu mensaje a los Maestros.

             –¡Alto!  –gritó  el  príncipe–.  Pero  estad  preparados  para


          empezar de nuevo.

             El hombre de negro subió las escaleras, desapareció den‐


          tro del palacio. El príncipe acarició con los dedos el cuerno

          que colgaba de una cuerda en torno a su cuello.

             Al cabo de poco se apreció movimiento, y por la puerta


          empezaron a salir hombres armados. El príncipe alzó su

          cuerno e hizo sonar dos secas notas.

             Los hombres llevaban armaduras de cuero, que algunos


          estaban todavía colocando en su lugar, y cascos del mismo

          material. Llevaban el brazo de blandir la espada acolchado

          hasta  el  codo,  y  al  otro  pequeños  escudos  metálicos  de


          forma ovalada, con el lema de una rueda amarilla sobre

          campo negro. Sus espadas eran de hoja larga y curvada.


          Llenaron completamente la escalera y se detuvieron, como

          aguardando órdenes.







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