Page 120 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El príncipe llenó su pipa y la prendió. Sus hombres per‐
manecían sentados en sus sillas como estatuas, las lanzas
preparadas. El sudor era muy evidente en los rostros de los
soldados de a pie que formaban la primera fila de las esca‐
leras.
El príncipe, para pasar el tiempo, observó a sus lanceros.
–No quiero que despleguéis vuestras habilidades como lo
hicisteis en el último asedio de Kapil –dijo–. Apuntad al
pecho en vez de a la cabeza.
«También –prosiguió– recordad que no debéis dedicaros
a la habitual mutilación de heridos y muertos..., porque
éste es un lugar santo y no debe ser profanado de ese modo.
«Por otra parte –añadió–, tomaré como una afrenta per‐
sonal el que no consigáis diez prisioneros para sacrificarlos
a Nirriti el Negro, mi protector personal..., fuera de estas
paredes, por supuesto, donde la observancia del Festín Ne‐
gro podrá realizarse sin problemas...
Se oyó un chasquido a su derecha cuando uno de los sol‐
dados de a pie, que durante todo el rato había estado con‐
templando fijamente la lanza de Strake, se desvaneció y
cayó desde el último peldaño de las escaleras.
–¡Alto! –exclamó la figura de negro, que emergió con
otras seis, vestidas del mismo modo, en la parte superior
de las escaleras–. No profanéis el Palacio del Karma con
derramamiento de sangre. La sangre de este soldado caído
ya está...
–Ascendiendo a sus mejillas –terminó el príncipe–, si es
que está consciente..., porque nadie lo ha tocado.
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