Page 123 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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alzó el cuerno a sus labios y lo hizo sonar tres veces. Sus
notas se alzaron por encima de los fuertes ruidos del com‐
bate que tenía lugar en la escalinata del palacio. Jadeando,
se volvió y alzó su guardia justo a tiempo para desviar un
golpe contra su sien que a buen seguro le hubiera matado
si llegaba a alcanzarle.
–Está escrito –dijo el Maestro, casi jadeando sus palabras–
que quien da órdenes sin poseer el poder para hacerlas
cumplir es un estúpido.
–Hace diez años –jadeó el príncipe–, jamás hubieras po‐
dido alcanzarme con tu bastón.
Lanzó un tajo contra él, esperando partir la madera, pero
el otro siempre conseguía desviar el filo de su hoja, de
modo que, aunque conseguía mellarla y astillarla en algu‐
nos lugares, la madera resistía y el bastón seguía de una
pieza.
Utilizándolo como un bastón de esgrima, el Maestro
lanzó un fuerte golpe contra el costado izquierdo del prín‐
cipe, y éste sintió sus costillas quebrarse en su interior.
Cayó.
No ocurrió intencionadamente, porque la espada escapó
de sus manos en su caída, pero el arma alcanzó al Maestro
en las espinillas con el filo, y éste cayó de rodillas, aullando.
–Ahora estamos igualados –jadeó el príncipe–. Mi edad
contra tu gordura.
Extrajo su daga mientras yacía tendido, pero no podía su‐
jetarla con firmeza. Apoyó su codo en el suelo. El Maestro,
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