Page 132 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Rild llegó con la primavera, en la época del festival, a
Alundil, la de los campos verdeazulados, las destartaladas
chozas y las casitas de madera, las calles sin pavimentar y
los muchos hostales, los bazares y los hombres santos y los
contadores de historias, el gran renacimiento religioso y su
Maestro, cuya reputación se había extendido por todas par‐
tes, a Alundil, la del Templo, donde su diosa patrona era
reina.
Época del festival.
Hacía veinte años, el pequeño festival de Alundil había
sido un asunto casi exclusivamente local. Ahora, sin em‐
bargo, con el paso de incontables viajeros, ocasionado por
la presencia del Iluminado, que enseñaba el Camino del
Sendero Óctuple, el Festival de Alundil atraía a tantos pe‐
regrinos que las acomodaciones locales quedaban llenas a
rebosar. Aquellos que poseían tiendas podían cobrar un
precio alto por su alquiler. Los establos eran alquilados
para ocupación humana. Incluso los terrenos baldíos eran
habilitados como lugares de acampada.
Alundil amaba a su Buda. Muchas otras ciudades habían
intentado atraerle, alejándolo de su bosquecillo púrpura
Shengodu, la Flor de las Montañas, le había ofrecido un pa‐
lacio y un harén para que acudiera a impartir sus enseñan‐
zas en sus laderas. Pero el Iluminado no deseaba ir a la
montaña. Kannaka, la del río Serpiente, le había ofrecido
elefantes y barcos, una casa en la ciudad y una villa en el
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