Page 135 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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en los esquemas antiguos de la danza clásica, conocedores


        de los nueve movimientos distintos del cuello y de los ojos

        y  los  centenares  de  posiciones  de  las  manos  requeridas

        para reactualízar las antiguas epopeyas de amor y batalla,


        de los encuentros de dioses y demonios, de las valientes

        luchas y las sangrientas traiciones de la tradición. Los mú‐


        sicos gritaron las palabras de las historias mientras los ac‐

        tores, que nunca hablaban, reflejaban las maravillosas ha‐

        zañas de Rama y de los hermanos Pandava. Con sus ma‐


        quillajes verdes y rojos, o negros y blancos puros, cruzaban

        majestuosos el campo, con sus faldas oscilando, sus espe‐

        jeantes halos reluciendo a la luz de las antorchas. Ocasio‐


        nalmente alguna antorcha llameaba u oscilaba, y entonces

        se formaba un nimbo de luz sagrada o profana que jugue‐


        teaba en torno a sus cabezas, borrando enteramente el sen‐

        tido  del  suceso,  haciendo  que  los  espectadores  sintieran

        por un momento que eran ellos la ilusión, y que las figuras


        de grandes cuerpos de la ciclópea danza eran las únicas co‐

        sas reales en el mundo.

           La danza proseguía hasta despuntar el día, terminando


        con la salida del sol. Antes del amanecer, sin embargo, uno

        de los portadores de la túnica azafrán llegó de la dirección

        de la ciudad, se abrió camino entre la multitud y dijo algo


        al oído del Iluminado.

           El Buda empezó a levantarse, pareció pensarlo mejor y se


        volvió a sentar. Transmitió un mensaje al monje, que asin‐

        tió y se marchó del campo del festival.







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