Page 136 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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El Buda, con aspecto imperturbable, volvió su atención al
drama. Un monje sentado cerca de él observó que taba‐
leaba el suelo con sus dedos, y decidió que el Iluminado
debía estar siguiendo el ritmo de los tambores, porque era
del conocimiento común que estaba por encima de cosas
tales como la impaciencia.
Cuando el drama hubo terminado y Surya el sol tiñó de
rosa las faldas del Cielo por encima del borde oriental del
mundo, fue como si la noche que acababa de pasar hubiera
mantenido prisionera a la multitud dentro de un tenso y
aterrador sueño, del que acababa de ser liberada, débil y
temblorosa, para vagar por el nuevo día.
El Buda y sus seguidores echaron a andar inmediata‐
mente en dirección a la ciudad. No se detuvieron a descan‐
sar por el camino, sino que cruzaron Alundil a un paso rá‐
pido, pero digno.
Cuando llegaron de nuevo al bosquecillo púrpura, el Ilu‐
minado dio instrucciones a sus monjes de que descansaran,
y él siguió hacia el pequeño pabellón localizado en sus pro‐
fundidades.
El monje que había traído el mensaje durante el drama
permanecía sentado dentro del pabellón. Allá atendía la
fiebre del viajero que había encontrado en las marismas,
donde iba a pasear a menudo para mejor meditar sobre la
pútrida condición que su cuerpo asumiría después de la
muerte.
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