Page 141 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Sed –dijo.


           Tathagatha le trajo agua.

           –¿Hambre? –preguntó.

           –No, todavía no. Mi estómago se rebelaría. –Se alzó sobre


        sus codos y miró a su interlocutor. Luego volvió a hundirse

        en el jergón–. Eres tú –anunció.


           –Sí –respondió el otro.

           –¿Qué vas a hacer?

           –Darte de comer, cuando digas que tienes hambre.


           –Me refiero después de eso.

           –Vigilar mientras duermes, para impedir que vuelvas a

        sumirte en la fiebre.


           –No es eso lo que quería decir.

           –Lo sé.


           –Después de que haya comido y descansado y haya recu‐

        perado mis fuerzas... ¿qué entonces?

           Tathagatha sonrió mientras extraía la cuerda de seda de


        algún lugar debajo de sus ropas.

           –Nada  –respondió–.  Nada  en  absoluto.  –Y  cruzó  la

        cuerda sobre el hombro de Rild y retiró la mano.


           El otro agitó la cabeza y se reclinó. Alzó una mano y aca‐

        rició la larga tira carmesí. La enrolló en torno a sus dedos y

        luego en torno a su muñeca. La apretó fuertemente.


           –Es sagrada –dijo al cabo de un tiempo.

           –Así parece.


           –¿Conoces su uso y finalidad?

           –Por supuesto.

           –¿Por qué entonces no vas a hacer nada en absoluto?




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