Page 139 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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de su sensibilidad táctil por el equivalente a invisibles
guanteletes, peto, gorguera y espalda de una armadura de
acero. Era evidentemente uno de los asesinos selectos de la
terrible diosa.
–¿Quién más sabe de este hombre? –preguntó el Buda.
–El monje Simha –respondió el otro–, que me ayudó a
traerlo hasta aquí.
–¿Vio él –Tathagatha hizo un gesto con la mirada hacia la
cuerda carmesí– ...esto?
El monje asintió.
–Entonces ve a buscarlo. Tráemelo inmediatamente. No
menciones nada de esto a nadie, excepto que hay un pere‐
grino que ha sido recogido enfermo y lo estamos aten‐
diendo aquí. Yo personalmente me ocuparé de su cuidado
y le velaré.
–Sí, Ilustrísimo.
El monje se apresuró a salir del pabellón. Tathagatha se
sentó al lado del jergón y aguardó.
Dos días más tarde la fiebre remitió y la inteligencia re‐
gresó a aquellos ojos oscuros. Pero durante aquellos dos
días, cualquiera que pasara junto al pabellón hubiera po‐
dido oír la voz del Iluminado canturreando y cantu‐
rreando, como si se dirigiera al durmiente. En ocasiones
éste también murmuraba y hablaba en voz alta, como sue‐
len hacer a menudo aquellos que son presa de la fiebre.
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