Page 153 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Era un hombre de pequeña estatura el que le aguardaba,
vistiendo la ropa oscura de un peregrino, sujeta con un ar‐
nés de cuero del que colgaba una corta hoja curva de bri‐
llante acero. La cabeza de aquel hombre estaba afeitada ex‐
cepto un pequeño mechón de pelo blanco. Sus cejas eran
blancas sobre unos ojos profundamente oscuros, y su piel
era pálida; sus orejas presentaban un aspecto puntiagudo.
El viajero alzó su mano y se dirigió a aquel hombre.
–Buenas tardes, peregrino.
El hombre no respondió, sino que se movió para cortarle
el paso, situándose delante del tronco que cruzaba el
arroyo.
–Discúlpame, buen peregrino, pero quiero cruzar por ahí,
y tú estás dificultando mi paso –señaló.
–Estás equivocado, Señor Yama, sí crees que vas a pasar
por aquí –respondió el otro.
El hombre vestido de rojo sonrió, mostrando una larga
hilera de dientes blancos e iguales.
–Siempre es un placer ser reconocido –admitió–, incluso
por alguien que está mal informado respecto a otros asun‐
tos.
–No lucho con palabras –dijo el hombre de negro.
–¿Oh? –El otro alzó las cejas en una expresión exagerada‐
mente interrogativa–, ¿Con qué luchas entonces, señor? Se‐
guramente no con ese trozo de metal doblado que llevas.
–Con ninguna otra cosa.
–Al primer momento lo tomé por algún bárbaro bastón
de plegarias. Comprendo que ésta es una región forjada
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