Page 197 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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Videgha, más allá del cual ya no hay otros reinos de los


        hombres. Comienza allí y baja en espiral por el corazón de

        la  montaña  Channa,  penetrando  como  un  sacacorchos

        hasta enormes cavernas no cartografiadas por los hombres,


        extendiéndose mucho más allá de la cordillera de Ratna‐

        gari, con los más profundos pasadizos adentrándose hacia


        las raíces del mundo.

           A esta puerta llegó el viajero.

           Iba vestido con sencillez, y viajaba solo, y parecía saber


        exactamente dónde iba y qué estaba haciendo.

           Subió por el sendero del Channa, dejando las huellas de

        sus pasos en el descarnado rostro de la montaña.


           Le tomó la mayor parte de la mañana alcanzar su destino,

        la puerta.


           Cuando se detuvo ante ella, descansó un momento, dio

        un sorbo de su botella de agua, se secó la boca con el dorso

        de su mano, sonrió.


           Luego se sentó con la espalda apoyada contra la puerta y

        comió.  Cuando  hubo  terminado,  arrojó  los  restos  por  el

        borde y los observó caer, derivando de un lado para otro


        en las corrientes de aire, hasta que se perdieron de vista.

        Entonces encendió su pipa y fumó.

           Tras descansar un rato, se puso en pie y se enfrentó de


        nuevo a la puerta.

           Su mano se apoyó en la placa de presión, se movió lenta‐


        mente realizando una serie de gestos. Hubo un sonido mu‐

        sical procedente del otro lado de la puerta cuando su mano

        izquierda se apartó de la placa.




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