Page 229 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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cuerpo, como si fuera un ser líquido a través del cual era


        aplicada una corriente eléctrica.

           Miró hacia atrás, con la visión del demonio que veía en

        todas direcciones, hacia Palamaídsu, ya tan distante ahora


        que hubiera podido ser enmarcada y colgada en una pared

        como un cuadro. En la alta colina en el centro de la ciudad,


        el  palacio  de  Videgha  se  derrumbaba  sobre  sí  mismo,  y

        grandes estrías luminosas, como rayos invertidos, brota‐

        ban de las ruinas hacia el cielo.


           –Ésa  es  tu  respuesta,  Taraka  –dijo–.  ¿Quieres  volver  y

        probar su poder de nuevo?

           –Tenía que intentarlo –dijo el demonio.


           –Ahora permíteme que te dé otra advertencia. No bro‐

        meaba cuando dije que él puede ver hasta el más lejano ho‐


        rizonte. Si se libera pronto de ese amasijo y vuelve su mi‐

        rada en esta dirección, nos detectará. No creo que puedas

        moverte más rápido que la luz, así que te sugiero que vue‐


        les bajo y utilices el terreno como cobertura.

           –He hecho que seamos invisibles, Sam.

           –Los ojos de Agni pueden ver más profundamente en las


        bandas del rojo y del violeta que los de un hombre.

           Perdieron rápidamente altitud. En Palamaídsu, sin em‐

        bargo Sam vio que la única evidencia que quedaba del pa‐


        lacio de Videgha era una nube de polvo sobre una colina

        gris.












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