Page 231 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Pero muchos lo intentarán –dijo Taraka–. Aquí está el


        primero.

           La primera llama brotó a la vista, en su nicho al lado del

        sendero.


           Mientras pasaban por su lado, Sam la liberó, y saltó en el

        aire como un brillante pájaro y descendió por el pozo tra‐


        zando espirales.

           Descendieron paso a paso, y de cada nicho brotó el fuego

        liberado. A una indicación de Taraka, algunos ascendieron


        y  desaparecieron  sobre  el  borde  del  pozo,  cruzando  la

        enorme puerta que exhibía las palabras de los dioses sobre

        su cara externa.


           Cuando alcanzaron el fondo del pozo, Taraka dijo:

           –Liberemos también a aquellos que se hallan encerrados


        en las cavernas.

           Así que siguieron por los corredores y las profundas ca‐

        vernas, liberando a los demonios encerrados dentro.


           Luego, al cabo de un tiempo –no supo decir cuánto–, to‐

        dos estaban libres.

           Los rakasha se congregaron entonces en la caverna, ali‐


        neados en grandes falanges de llamas, y sus gritos se unie‐

        ron en una firme y resonante nota que resonó y resonó y

        vibró en su cabeza, hasta que se dio cuenta, y el pensa‐


        miento le asombró, de que estaban cantando.

           –Sí –dijo Taraka–, es la primera vez en siglos que hacen


        eso.

           Sam  escuchó  las  vibraciones  dentro  de  su  cráneo,  cap‐

        tando algo del significado tras los silbidos y el resplandor,




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