Page 242 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
P. 242
sado. Luego contenedlos para darnos tiempo a robar su ca‐
rro del valle. Cuando hayamos conseguido eso, volveré a ti
en mi auténtica forma y podremos poner fin a la batalla.
–Obedezco –respondió el otro, y se dejó caer al suelo para
convertirse en una verdosa serpiente de luz, que reptó ante
ellos.
Siguieron a buen ritmo su avance, corriendo parte del ca‐
mino, a fin de reservar las fuerzas del demonio para el ne‐
cesario empuje final contra la gravitación.
Habían recorrido una gran distancia bajo los Ratnagaris,
y el viaje de regreso pareció interminable.
Finalmente, sin embargo, llegaron al suelo del pozo; y es‐
taba suficientemente iluminado, de modo que, incluso con
los ojos de su cuerpo, Sam pudo ver claramente a su alre‐
dedor. El ruido era ensordecedor. Si él y Tanaka tenían que
confiar en el habla para comunicarse, no habría ningún tipo
de comunicación.
El fuego florecía en la pared del pozo como una fantástica
orquídea sobre un tronco de ébano. A medida que Agni
agitaba su vara, cambiaba estremecidamente de forma. En
el aire, como brillantes insectos, danzaban los rakasha. El
fragor de las ráfagas de viento se superponía al sonido de
las piedras. Pero por encima de todo ello se oía el ulular del
cráneo‐rueda de plata, que Kali agitaba como un abanico
ante su rostro; y ese sonido se hacía más terrible aún
cuando ascendía por encima del nivel auditivo, pero seguía
ululando. Las rocas se hendían y fundían y disolvían en
mitad del aire, y sus fragmentos saltaban, al rojo blanco
242

