Page 243 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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como las chispas de una forja, hacia abajo y en todas direc‐
ciones. Rodaban, golpeaban y rebotaban, y relucían rojas
en las sombras del Pozo del Infierno. Las paredes del pozo
aparecían llenas de orificios, muescas y grietas allá donde
las llamas y el caos las habían alcanzado.
–¡Vamos! –dijo Taraka–. ¡Ahora!
Ascendieron por el aire, pegados a uno de los lados del
pozo. La potencia del ataque de los rakasha se incrementó,
y fue respondido con una intensificación del contraataque.
Sam se tapó los oídos con las manos, pero aquello no le sir‐
vió de nada ante las ardientes agujas que danzaban tras sus
ojos cuando el cráneo de plata barría en su dirección. A
poca distancia a su izquierda, toda una sección de roca des‐
apareció de repente.
–No nos han detectado –dijo Taraka.
–Todavía –respondió Sam–. Ese maldito dios del Fuego
puede ver a través de un mar de tinta para localizar un
grano de arena a la deriva. Si se vuelve en esta dirección,
espero que puedas esquivar su...
–¿Qué te ha parecido esto? –preguntó Taraka, pues de
pronto habían ascendido doce metros de golpe, desvián‐
dose ligeramente a la izquierda.
Ascendían ahora a buena velocidad, y una línea de roca
fundente les persiguió. Se interrumpió cuando los demo‐
nios lanzaron un fuerte grito y soltaron gigantescos blo‐
ques de piedra que lanzaron contra los dioses, con acom‐
pañamiento de huracanes y cortinas de fuego.
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