Page 417 - Hijos del dios binario - David B Gil
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así que siguió caminando.


                  La  chimenea  tras  la  que  se  escondía  Alicia  se


           encontraba entre ella y la puerta por la que había


           entrado  el  sicario,  su  única  vía  de  escape.  Aquel



           hombre  pronto  estaría  a  su  altura  y  la  vería  con


           solo girar la cabeza a la izquierda, así que comenzó


           a arrastrarse hacia la esquina opuesta para poner el


           conducto  de  acero  entre  ambos.  En  cuanto  el


           asesino  pasara  de  largo,  se  pondría  en  pie  y


           comenzaría a correr hacia la salida. Entonces solo le


           quedaría rezar.



                  —¡Te he visto, sal de ahí! —gritó el mensajero,


           pero  Alicia  se  limitó  a  cerrar  los  ojos  y  apretar  la


           espalda contra la plancha de metal.


                  El  hombre  no  dijo  nada  más.  Continuó


           avanzando lentamente, escudriñando cada rincón.


           Cuando  se  atrevió  a  asomarse  de  nuevo,  Alicia


           pudo  ver  las  botas  de  su  perseguidor,  pesadas,


           toscas, a escasa distancia de su rostro. Pasaron de


           largo, adentrándose en la oscuridad, y comenzó a



           contar  los  pasos  que  se  alejaban  de  ella:  cuatro,


           cinco... ¿Cuánta ventaja necesitaría para tener una


           oportunidad?  Si  esperaba  demasiado  y  el  hombre


           se volvía, la vería allí, agazapada en la penumbra.


           Diez, once… Los números volvían a martillear en


           su  cabeza.  ¿Quince?  ¿Quince  serían  suficientes?




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