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En este sentido, analizaré específicamente de la formación permanente la etapa de la formación
del docente experimentado que se diferencia del docente novel, que transcurre durante los
primeros tres a cinco años de ejercicio, porque ambas tienen características diversas para poder
ser abordadas. Imbernón (1989) dice al respecto que, en investigaciones realizadas en diversos
países (Citando a Vonk, 1984; Veenman, 1984; Oudkerk-Poll, 1985; OCDE, 1985; Zeichner, 1988;
Huberman, 19888, entre otros) se ha expuesto que la problemática docente de los profesores
noveles no es igual a la de aquellos profesores con algunos años de experiencia en el ejercicio de la
profesión docente.
De esta manera la formación permanente de docentes experimentados tiene características que
le son propias y que son de interés para problematizar en este estudio. Por lo mismo Imbernón
(1989) dice al respecto de estos docentes que “la experiencia en la práctica profesional forma a los
profesores, teniendo la formación en este campo una gran dosis de programas de aprendizajes
informales que se adquieren en el propio centro docente” (p. 31).
Para dar cuenta de esta problemática me propuse los siguientes interrogantes:
¿Cuáles son los sentidos que le otorgan los docentes experimentados en servicio a la formación
permanente, en una Escuela Primaria de la ciudad de Palpalá?
¿Cuál es la visión que tienen los docentes sobre sus experiencias formativas en el marco de la
Formación Permanente y cómo la vinculan a su desarrollo profesional?
¿Cómo relaciona el docente las acciones formativas con su oficio docente?
¿Cuáles son las necesidades formativas que plantean los maestros para la Formación
Permanente?
¿Qué espacios o ámbitos identifican los maestros experimentados como oportunidades de
formación permanente? ¿Qué tipo de experiencias formativas eligen y con qué criterios?
¿Qué ideas subyacentes sobre la formación permanente portan estos sentidos construidos por
los docentes en ejercicio?
Las preguntas se dirigen entonces a unos sujetos determinados (docentes experimentados) y a
una etapa de formación (permanente) que otorga la posibilidad a los docentes en ejercicio de
conformar nuevas capacidades y habilidades. En este sentido Imbernon (2007) dice “la capacidad
profesional no se agota en la formación teórica, sino que llega hasta el terreno práctico, donde se
aplican las concepciones por las cuales se establece la acción docente” (p.57). Por lo mismo es
primordial indagar sobre esta etapa de formación docente, para complejizar la visión del sentido
que le otorgan los docentes experimentos a la misma y así producir un nuevo panorama de la
relación entre ellos en la educación actual.
El autor ya citado señala asimismo que “la formación del profesorado experimentado se apoyará
en una reflexión de los sujetos sobre su práctica docente, de manera que le permita examinar sus
teorías implícitas, sus esquemas de funcionamiento, realizando un proceso de autoevaluación que
oriente el desarrollo profesional” (p. 63).
Por ello esta investigación servirá de alguna manera para desentrañar si este sentido planteado
por el autor es compartido o no por los docentes estudiados o del contrario, qué universo de
significados se abren en torno a este tema al momento de ser consultados al respecto.
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