Page 443 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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por la desaprobación, sino que el estudiante también es sometido a la culpa de divisiones, intereses,
individualismo que imponen los docentes.
Finalmente, al terminar la tensión, un orgasmo existencial o una impotencia devastadora se
confirman, a veces el resultado pasa a segundo lugar, porque la urgencia era “pasar el examen, el
juicio”, luego vendrá el veredicto.
Ante la pregunta de sobre cómo se sienten ante la situación de examen, surgen relatos que se
condicen con una situación de control y poder tal como se expresa en la siguiente afirmación de una
egresada de la carrera de Ciencias de la Educación: “Estudiaba muy bien, seguía al pie de la letra lo
que el profe quería escuchar. Me armaba un guión. No aprendía nada, era un camaleón. Estaba en una
cátedra, y decía lo que querían escuchar, era poco crítica. Generalmente me fue bien. Eso de que el
buen estudiante es el que discute, no lo creo. Yo me armaba el examen como un guión, como una
actuación. Recién me doy cuenta, que le decía al otro lo que quería escuchar. No vas a confrontar con
el profe hasta que aprobés” ¿discutir con un profe…? Me acuerdo de un examen con una profesora
que entré con un arito en la nariz y me dijo “Salga del aula, vaya a sacarse ese arito y vuelva” Me
quedé petrificada. Fui al baño, me lo saqué y cuando volví me retó diciendo que un docente debe ser
una persona seria y formal. Creo que fue el peor examen que tuve. Me saqué 5 o 6. Estaba re-mal, no
podía creer que por un arito me hicieran tanto lio. La odiaba a la profesora”
Otras situaciones que se repiten, como: “No poder hablar, se me nubló todo, No rendí durante
un año. Genera una situación de desconfianza con respecto a uno mismo” (Egresada de la Carrera de
Educación para la Salud)
“Frustración, enojo porque no entendía lo que la profesora quería. La había cursado varias veces y
perdí la promoción. Me bajoneó. Me puse mal. Tardé tres meses en volver a rendirla. No la quería
rendir.” (Estudiante de Antropología)
En relación a los profesores en situación de examen manifiestan: “Siento que ellos piensan,
cuando son doctores, que estoy hablando algo fuera de lugar, como que hablo sin sentido. Te miran
con aire de superioridad. Otros te dan el empujón para que puedas avanzar” También depende del
estado de ánimo y cansancio, del orden en el examen: “He visto que uno se siente sometido a un
examen que no es equitativo porque depende si están cansados o aburridos, si te toca al final, o
agotados o desanimados. El profe no es el mismo”.
La institución educativa, funcional al sistema vigente, pero al mismo tiempo productora de
subjetividad en la vida cotidiana en los hechos y palabras que se gestan, dejan marcas profundas que
no solo remiten a la acreditación de conocimientos, sino que moldean, generan modelos que se
encuadren en la institución, de ahí la imposibilidad de aceptar la diferencia, la individualidad, por
parte del docente en relación al estudiante.
Es por eso que se generan sentimientos de “odio” de rechazo al docente, porque la situación
de examen no trae solo consecuencias en el momento mismo del examen, sino que trae consecuencias
en las experiencias futuras, las determinan en un tiempo que va desde la próxima mesa de examen
hasta años que puede llevar la aprobación de ciertas materias.
Y finalmente, el examen niega toda posibilidad de expresión libre y espontánea del
estudiante, produciendo todos los efectos relatados por los estudiantes, no poder hablar, la mente en
blanco, bronca, impotencia. Aquí se expresan las contradicciones más profundas de la institución
educativa que en sus objetivos explícitos expresa educar para ser críticos y libres, sin embargo, la
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