Page 514 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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Al  ser  una  asignatura  de  cuarto  año  de  Ciencias  de  la  Educación,  en  su  momento
                     incorporamos  estudiantes  avanzados  como  tutores  voluntarios,  luego  egresados
                     pasantes, hoy trabajamos con docentes y estudiantes adscriptos y un auxiliar docente,
                     que en espacios de co-formación vamos conformando el “equipo de cátedra”.
                     En los estudiantes me represento mi origen y procedencia, ya que en su mayoría tienen
                     entre 25 y 35 años de edad; provienen de la capital y del interior; algunos tienen hijos,
                     familia  o  hermanos  a  cargo;  y  otros  dependen  de  sus  padres  que  son  empleados
                     estatales, trabajan en el mercado informal o viven de subsidios del Estado. Casi todos
                     tienen aprobadas las materias correlativas “Psicología Social” y “Política Educacional
                     y  Legislación”,  no  así  “Filosofía  de  la  Educación”.  Rinden  “Epistemología”  y  cursan
                     “Metodología de la Investigación”, lo que incide en la construcción del rol del pedagogo
                     como analista, su posicionamiento y el trabajo de campo en las instituciones educativas.
                       Parece que el tiempo ritualizó mi práctica de la enseñanza en el aula universitaria,
                     primero un acercamiento conceptual al Análisis Institucional a través de clases teóricas
                     dialogadas, donde el control de lectura bibliográfica incide al ser la unidad elegida en
                     los exámenes finales. Luego la metodología, con el trabajo de campo grupal en una
                     institución a elección, complejiza el tejido entre teoría – práctica- investigación en una
                     construcción permanente según los grupos de estudiantes e instituciones elegidas; y
                     finalmente la propuesta de intervención a una problemática priorizada que fue objeto
                     de  análisis.  Vuelve  a  emerger  la  fragilidad  de  mi  formación  en  la  construcción  del
                     diagnóstico institucional, la enunciación de la problemática, su priorización, análisis e
                     intervención.
                       En la alternancia entre el aula y el territorio reelaboro guías de trabajo que caen en
                     la formalidad con sus orientaciones generales para la conformación del grupo y tareas
                     a  realizar  en  las  instituciones,  las  partes  del  informe  integrador,  formato  de
                     presentación,  espacios  de  socialización  e  intercambio.  En  mi  práctica  aparece  la
                     metodología  de  mis  maestras:  clases  teóricas,  análisis  de  casos,  trabajo  en  terreno,
                     fichajes bibliográficos y los registros del diario de itinerancia para la reflexión de la
                     propia formación.
                     Llegamos al final del recorrido con un informe grupal con una descripción densa de la
                     institución,  donde  el  análisis  comienza  a  asomar  y  la  reflexión  personal  pide  más
                     tiempo. Me reconozco en una débil coordinación para sostener el encuadre de la tarea,
                     especialmente en la presentación de los avances parciales, andamiajes del esperado
                     trabajo final, que los estudiantes promovidos aprueban con un coloquio, los regulares
                     socializan su producción, y junto a los libres autorizados rinden ante tribunal.


                     Se entiende que estas producciones significan fruto de un proceso, en el que se encuentran
               diversas  posiciones  de  docentes  narradores:  los  docentes  interpelados  en  su  saber,  los  docentes
               narradores  dispuestos  a  documentar  implicados  en  un  proceso  de  formación  e  indagación
               pedagógica, los docentes autores legítimos de su experiencia convertida en documentos pedagógicos
               narrativos.
                     Los  colectivos  de  docentes  narradores  respetan  la  secuencia  como  itinerario  sucesivo,
               imbricado y recursivo de recuperar la experiencia a través del relato oral para pasar del decir al
               escribir y así llegar al texto escrito en su primera versión en una especie de clínica de edición. Es
               importante la lectura de un par, otro “que también escribió”, quien no escribe relatos no puede
               participar del dispositivo, no puede ver desnudos sin desnudarse.
                     En la clínica de edición se estudia, analiza las decisiones de escritura y reescritura. Se toma la
               escritura del narrador y los comentarios que son retomados en la reescritura del narrador. Es un plus
               en esta toma de conciencia discursiva, donde los comentarios de los pares son tomados más que los

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