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ARTÍCULOS Niños musicales. Autodidactas del siglo XXI
más ancestrales. Somos, por naturaleza, bien hacia la Música, bien hacia su pro-
seres musicales. De esta manera, mien- pia extinción. Siempre han estado ahí
tras unos hombres se empeñen en divi- pero pocos son los coetáneos que se pre-
nizar su música y ataviarla de culta in- ocuparon alguna vez por protegerlas
tención, otros hombres se encargarán de cuando eran desconocidas y minorita-
dar a luz nuevas músicas humanas que rias. Sólo después de un cúmulo de éxi-
partan de lo espontáneo, de lo inocente- tos y reprobaciones, algunas músicas de
mente imperfecto; porque cuando la mú- la subcultura acaban siendo congracia-
sica es expresión no persigue la estética das y admitidas por la Cultura; imitadas
sino la satisfacción personal. por todos, fusionadas en mil estilos, pro-
fesionalizadas, institucionalizadas.
Son, a todas luces, las músicas de la Arrancadas de su hábitat y, una vez más,
calle los cimientos de la propia Música. deshumanizadas.
En contra de lo que opine la facción más
ortodoxa del conservadurismo cultural, ¿Qué pensaría el purista intransigente
las músicas siempre arrancarán su cami- de principios del siglo XX al ver a su
no evolutivo desde la sencillez y la igno- homólogo del siglo XXI asistir a un con-
rancia teórica, sincronizadas con las cierto de flamenco o de jazz en cualquie-
preocupaciones de la sociedad y en ar- ra de los templos de la música clásica?
monía con la singularidad de su tiempo. Hoy, en el conservatorio, tanto el jazz
De ahí su frescura y arraigo popular. No como el flamenco, ambos nacidos de la
salieron de los cursos de Darmstadt, ni absoluta marginalidad social, poseen ya
de los de Donaueschingen, ni de los es- sus propias titulaciones instrumentales
tudios de música electrónica de Colonia independientes. Quién sabe si algún día
o Munich, ni de laboratorios musicales no lejano el rap tendrá también su propia
como el IRCAM parisino.Allí sólo nació titulación en las escuelas de canto. Quién
la vanguardia, que, careciendo de espí- sabe si los conservatorios de finales de
ritu y conexión social, su interés deriva nuestro siglo se olvidarán de la imposta-
en otros derroteros; pero no es, en prin- ción para sacar el flow. Quién sabe si no
cipio, interesante desde una perspectiva muy tarde pagaremos por escuchar pe-
antropológica. Y tampoco pedagógica. leas de gallos en el Barbican o sesiones
La que sea la música del futuro se nutri- techno en el Royal Albert Hall.
rá siempre de jóvenes muy comprome-
tidos e inmersos plenamente en su tiem- 9. Las músicas del “ser social”
po, involucrados con los problemas de y la música del “ser singular”
su entorno, creativos, de pensamiento
divergente y muy autodidactas. Nacerá Son, precisamente, estas músicas
de la absoluta voluntariedad y del desin- mundanas y contemporáneas, las que
terés por la huella histórica. Las músicas están en perfecta sintonía con los intere-
populares y de la subcultura, simple- ses personales de los alumnos; porque
mente, aparecen y desaparecen, prospe- forman parte de los elementos de su
ran o se olvidan, evolucionan o se entu- “presente local” y no es otra cosa que la
mecen. Siguen, en definitiva, su camino; conexión con el entorno lo que hará que
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