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Música y Educación Núm. 90 Año XXV, 2 Junio 2012

los intereses sociales del niño. Segura-     decimonónica de pensar la música ex-
mente, al precipitarnos, conseguiremos       clusivamente como un fin en sí misma y
que el niño sepa que Beethoven existe.       la entendemos como el elemento funcio-
Si, en cambio, tras madurar su criterio,     nal y socializante que también es, pon-
en el momento idóneo de su desarrollo        dremos a nuestra disposición una herra-
evolutivo y por su propia elección, este     mienta natural de incuestionable valor
niño decide buscar a Beethoven, tal vez      pedagógico a la hora de enriquecer la
acabe amando la música de Beethoven.         sociabilidad del niño en las primeras eta-
Y lo hará por lo que ésta es en sí misma;    pas del desarrollo evolutivo para, poste-
hecho que va mucho más allá de su sig-       riormente, a su debido tiempo, llegar a
nificado social. Pero esa, también es otra   delinear un criterio de selección perso-
historia...                                  nal y cualitativo.

10. Dónde queda la educación                   Retomo, ahora sí, las preguntas que en
musical en todo esto. Parte II               el punto cuatro dejaba en el aire acerca
                                             del papel que la educación musical pue-
  “Incultos” decía al principio refirién-    de desempeñar en todo este complejo
dome a los niños de hoy... Tal vez, des-     maremágnum de la nueva educación y
acostumbrados a la cultura formal; pero      del aprender a aprender. ¿Merece la pena
nunca incultos ni carentes de interés por    una educación musical como la que ac-
la música y las formas de expresión en       tualmente impartimos? ¿Es necesario
general. Es interesante y humanístico        reinventar la educación musical? Si es
atender al legado musical en las aulas,      así, ¿hacia dónde debemos dirigir los
pero los especialistas del siglo XX tam-     pasos?
bién vieron interesante y pedagógico
atender al arte y la música como formas        Después de todo lo expuesto en este
de expresión y como catalizadores en las     artículo, supongo que compartimos us-
relaciones sociales. El problema es que      ted y yo que en la renovación y la adap-
atendemos de manera casi exclusiva a lo      tación está la clave de la continuidad de
musicalmente consolidado durante el          una enseñanza que siempre habrá de
siglo XIX y a lo que entonces se sistema-    perseguir a su propio tiempo. “Nuevas
tizó como arte, pasando por alto la mul-     disciplinas tecnológicas [...] acabarán
titud de ricas formas de expresión que       fagocitando a la educación musical”,
vio la luz a lo largo del siglo XX. Ni men-  aventuraba también en el mismo punto
cionaré el efímero peso educativo que        cuatro. Tan sólo habría que sustituirse
tiene el arte contracultural y la música     “fagocitando” por “fusionadas” para do-
del siglo XXI en los currículos de Prima-    tar a la cita de un nuevo significado y
ria y Secundaria. Desestimamos el valor      abrir una puerta hacia las nuevas expec-
educativo de las manifestaciones artísti-    tativas de futuro que el presente ya nos
cas de nuestro entorno, las que nos unen     deja entrever: nuevas disciplinas tecno-
a todos y nos definen como miembros de       lógicas acabarán fusionadas a la educa-
una época. Pero, si aparcamos la idea        ción musical. Tras la década de las Tec-
                                             nologías de la Información y la Comu-
                                             nicación, se hace necesario dar los pri-

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