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Música y Educación Núm. 90 Año XXV, 2 Junio 2012
explica las diferencias entre las orques- cabo. De esta manera, la autora Pamela
tas y las bandas y los beneficios de este Tellejohn10 echa la vista atrás para defi-
tipo de formaciones. Su fundamentación nir las líneas que marcarán la educación
la basa en tres afirmaciones: musical del siglo XXI:
–Los directores prefieren organizar Una causa común a todas las pequeñas or-
programas de cuerda frotada por los be- questas en la escuela secundaria es no co-
neficios que aportan a los alumnos a menzar con grandes clases en sus inicios.
nivel cognitivo y motriz, puesto que: “la Además del desarrollo de habilidades, la
formación orquestal paga más dividen- instrucción orquestal en las escuelas debe
dos al final del camino que las bandas”. ofrecer a los estudiantes la oportunidad de
aprender habilidades de conjunto y trabajo
–Los instrumentos de cuerda frotada en equipo. Para lograr esto, un profesor
son mucho más económicos de adquirir debe ser capaz de trabajar con clases gran-
por los centros y los alumnos, en contra- des y heterogéneas.
posición de los instrumentos de viento o El siglo XXI debe lograr todo lo que hemos
percusión, que son más caros. predicado en este siglo, sobre todo ¡que la
música debe ser enseñada a todo el mundo!
–Las administraciones públicas están Como músico de Carolina del Sur, Doughty
dispuestas a invertir en estas formacio- Ray señaló que no más del 2% de nuestros
nes no sólo por lo que aportan al alum- estudiantes se convertirán en verdaderas
nado, sino por la buena imagen que ofre- figuras de la música en la universidad,
cen del sistema educativo americano. mientras que un 100% saldrá de nuestros
centros con una mera opinión sobre la mú-
Entre los años ochenta y noventa9 los sica. Permitir a los estudiantes salir al mun-
diferentes artículos sobre los string or- do con experiencias negativas debe hacer-
chestra school programs están centrados nos reflexionar sobre nuestra enseñanza.
en cuantificar los programas existentes Es hora de tomar una visión más amplia de
y en confirmar que la actividad orquestal
es cada vez mayor y que se necesita de
profesorado cualificado para llevarlo a
9. Dillon-Krass, J.; Straub, D.: Tips: Establishing a String and Orchestra Program. Reston: Edit. MENC
(1991), págs. 9-12.
Smith, Camille M.: “Access to string instruction in American public schools”. Journal of research in Music
Education, vol. 45, art. 4 (Dic. 1997), págs. 650-662.
Goodale, Gloria: “Stretching their strings”. Christian Science Monitor, vol. 91, tema 12, pág. 13 (Dic. 1998).
Gillespie, Robert; Hamann, Donald L.: “The status of the orchestra instruction in the public schools”. Journal
of research in music education, vol. 46, art. 1 (1998), págs. 75-86.
Doerksen, Paul F.; Delzell, Judith K.: “Grade starts & scheduling practices: Recommended vs. Actual oppor-
tunities in beginning string programs”. American String Teacher, vol. 50, art. 2 (Mayo 2000), págs. 58-63.
Lusterman, David A.: “Fostering a string-music revolution”. Strings, vol. 15, tema 8:24, (Mayo-Jun. 2001),
pág. 66-71. En este artículo propone el autor una reforma del sistema educativo americano basado en la
expansión de los string school programs a través del país.
Turner, Kristin: “How not to repeat the mistakes of our past: A History of string programs in public schools”.
American String Teacher, vol. 51, tema 3, (Agos. 2001), pág 74-81.
Spano, Fred Patrick: The status of music programs in the United States-sponsored overseas-international
schools. Doctoral Dissertation. Florida State University (2002).
10. Tellejohn, Pamela: “Ensure your String Program’s Success”. Music Educators Journal, vol. 76, núm. 3
(Nov. 1989), págs. 30-32. Public. MENC.
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