Page 108 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
que me ahorquen?
—¡No dispararemos! —dijo una voz aguardentosa
desde la carreta— ¡Llevaos a esa joya, que no vale ni la
cuerda que usaríamos con él...! ¡Lleváoslo, que hoy me
he despertado con ganas de hacerle un favor a un
aborto! ¡Cuando tú nacistes sólo tenías la cabeza y el
culo, y te tuvieron que poner las cuatro patas de un
cerdo! ¡Llevaos a ese bicho, si es que podéis soportar el
olor megalítico que echa! ¡Puaf!
—¡Maldito seas! ¡Ya te cogeré! —contestó el herido.
Dos sombras negras le arrastraron fuera del círculo
de luz de las antorchas. Hubo un rumor de pasos
apresurados entre las tinieblas nocturnas, algún
aullido del herido, al que sus compañeros arrastraban
sin muchas contemplaciones... y después algún
relincho de caballo. Unos instantes más tarde cuatro
jinetes, uno de ellos sostenido por los demás y
tambaleándose en la silla, y el último asiendo las
riendas con una sola mano, se recortaban a lo lejos,
sobre el resto de luz del crepúsculo... ya fuera del
alcance de los fusiles de pólvora. Aunque no del rifle
magnético... a pesar de lo cual, Sergio se abstuvo de
utilizar su arma.
Durante unos minutos la carreta permaneció
silenciosa, iluminada por la moribunda luz de las
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