Page 68 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
cada uno de sus dedos estaba casi paralizado cuando,
trabajosamente, soltó las correas. Se enderezó con
dificultad, tratando de acoplar su cuerpo a la situación
de la nave. En la pared izquierda, convertida ahora en
suelo, un charco de agua, procedente de una de las
botellas, danzaba perezosamente... Con lentitud,
sintiendo que cada uno de sus músculos era una masa
de dolor, giró el volante de apertura. Con un sonido
hueco, la compuerta se desprendió y cayó al suelo,
dejando una abertura apenas suficiente para que
pudiera pasar. Por el hueco entró una ráfaga de aire
casi frío, cargado de extraños olores vegetales.
¡Olía bien! Sergio aspiró profundamente, percibiendo
por primera vez el aire terrestre... Olía a madera, a
perfumes desconocidos... había un intenso aroma de
fondo que no pudo identificar. Pero era un aire vivo,
totalmente diferente del acondicionado y reciclado de
la Ciudad. Y por la abertura entraban también sonidos:
el piar de algún pájaro, algunos como rápidos aletazos,
un rozar y un rebullir lento y desigual que supuso
serían las hojas de los árboles moviéndose bajo alguna
ligera brisa.
El retazo de tierra que divisaba directamente, entre el
marco y la compuerta yacente sobre el suelo, estaba
cubierto de hojas secas, de pequeños guijarros, de
delgadas briznas de hierba... Algún menudo animalejo
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