Page 70 - Viaje A Un Planeta Wu-Wei - Gabriel Bermudez Castillo
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Viaje a un plan eta Wu -Wei Gabri e l Berm údez Casti llo
animalejo peludo, de color gris, con dos vivos ojos
negros, saltó entre dos ramas caídas; se detuvo un
momento, le miró, exhaló un agudo chillido y
desapareció velozmente entre la maleza...
Con un suspiro, Sergio recogió las botellas de agua y
el maldito alimento verde, y después lo llevó todo
junto al más grueso de los troncos. Pudo ver que la
nave reposaba al lado de un árbol, con el paracaídas
enganchado en las ramas superiores y desgarrado en
algunos sitios. Mientras se sentaba al pie del robusto
tronco, una ráfaga de viento sacudió las copas de los
árboles; bajo su influjo, los tirantes del paracaídas se
tensaron haciendo girar la navecilla, de manera que la
compuerta quedó en la parte inferior.
—De buena me he librado —dijo Sergio en voz alta.
Y su voz le sonó como algo extraño en aquel entorno
en el que ni se oía ni se percibía ningún sonido o rastro
humano.
Bebió golosamente agua; después, con grandes
precauciones se quitó el reloj de la muñeca y lo
examinó cuidadosamente. Era un modelo pesado, con
una pequeña brújula incorporada, formado por un
grueso disco de cristal y níquel. No le interesó dónde
estaba el Norte; eso, de momento, no era útil. Dándole
la vuelta, desprendió la tapa trasera, revelando, en vez
de la maquinaria, un disco nacarado, con un diminuto
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