Page 105 - La muerte de Artemio Cruz
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tiempo que niega tu inmovilidad y te somete a su propio peligro de extinción:
aventurero, medirás tu velocidad con la del tiempo:
el tiempo que inventarás para sobrevivir, para fingir la ilusión de una permanencia
mayor sobre la tierra: el tiempo que tu cerebro creará a fuerza de percibir esa
alternación de luz y tinieblas en el cuadrante del sueño; a fuerza de retener esas
imágenes de la placidez amenazada por los cúmulos concentrados y negros de las nubes,
el anuncio del trueno, la posteridad del rayo, la descarga turbonada de la lluvia, la
aparición segura del arco iris; a fuerza de escuchar las llamadas cíclicas de los animales
en el monte; a fuerza de gritar los signos del tiempo: aullido del tiempo de la guerra,
aullido del tiempo del luto, aullido del tiempo de la fiesta; a fuerza, en fin, de decir el
tiempo, de hablar el tiempo, de pensar el tiempo inexistente de un universo que no lo
conoce porque nunca empezó y jamás terminará: no tuvo principio, no tendrá fin y no
sabe que tú inventarás una medida del infinito, una reserva de razón:
tú inventarás y medirás un tiempo que no existe,
tú sabrás, discernirás, enjuiciarás, calcularás, imaginarás, prevendrás, acabarás por
pensar lo que no tendrá otra realidad que la creada por tu cerebro, aprenderás a dominar
tu violencia para dominar la de tus enemigos: aprenderás a frotar dos maderos hasta
incendiarlos porque necesitarás arrojar una tea a la entrada de tu cueva y espantar a las
bestias que no te distinguirán, que no diferenciarán tu carne de la carne de otras bestias
y tendrás que construir mil templos, dictar mil leyes, escribir mil libros, adorar mil
dioses, pintar mil cuadros, fabricar mil máquinas, dominar mil pueblos, romper mil
átomos para volver a arrojar tu tea encendida a la entrada de la cueva,
y harás todo eso porque piensas, porque habrás desarrollado una congestión
nerviosa en el cerebro, una red espesa capaz de obtener información y transmitirla del
frente hacia atrás: sobrevivirás, no por ser el más fuerte, sino por el azar oscuro de un
universo cada vez más frío, en el que sólo sobrevivirán los organismos que sepan
conservar la temperatura de su cuerpo frente a los cambios del medio, los que
concentren esa masa nerviosa frontal y puedan predecir el peligro, buscar el alimento,
organizar su movimiento y dirigir su nado en el océano redondo, proliferante, atestado
de los orígenes: quedarán en el fondo del mar las especies muertas y perdidas, tus
hermanas, millones de hermanas que no emergieron del agua con sus cinco estrellas
contráctiles, sus cinco dedos clavados en la otra orilla, en la tierra firme, en las islas de
la aurora: emergerás con la amiba, el reptil y el pájaro cruzados: las aves que se
arrojarán de las nuevas cimas para estrellarse en los nuevos abismos, aprendiendo en el
fracaso, mientras los reptiles ya vuelen y la tierra se enfríe: sobrevivirás con las aves
protegidas de plumas, arropadas por la velocidad de su calor, mientras los reptiles fríos
duerman, invernen y al cabo mueran y tú clavarás las pezuñas en la tierra firme, en las
islas de la aurora y sudarás como un caballo, y treparás a los árboles nuevos con tu
temperatura constante y descenderás con tus células cerebrales diferenciadas, tus
funciones vitales automatizadas, tus constantes de hidrógeno, azúcar, calcio, agua,
oxígeno: libre para pensar más allá de los sentidos inmediatos y las necesidades vitales
descenderás con tus diez mil millones de células cerebrales, con tu pila eléctrica en
la cabeza, plástico, mutable, a explorar, satisfacer tu curiosidad, proponerte fines,
realizarlos con el menor esfuerzo, evitar las dificultades, prever, aprender, olvidar,
recordar, unir ideas, reconocer formas, sumar grados al margen dejado libre por la
necesidad, restar tu voluntad a las atracciones y rechazos del medio físico, buscar las
condiciones favorables, medir la realidad con el criterio de lo mínimo, desear
secretamente lo máximo, no exponerte, sin embargo, a la monotonía de la fustración:
acostumbrarte, amoldarte a las exigencias de la vida en común:
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