Page 137 - COELHO PAULO - El Demonio Y La Srta Prym 4.RTF
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-Prefiero una fuente; además de ser decorativa,
sacia la sed de los que llegan, y calma a los que
están preocupados.
-Construiremos una fuente. Te doy mi palabra.
Berta consideró que ya era hora de acabar con
aquella farsa e ir directamente al grano.
-Lo sé todo, señor cura. Usted está condenando
a una mujer inocente, que no puede luchar por su
vida. Maldito sea usted, esta tierra, y todos sus
habitantes.
-Maldito sea- repitió el sacerdote-. Durante
más de veinte años intenté bendecir esta tierra,
pero nadie escuchó mi llamada. Durante estos
mismos veinte años intenté traer el bien al
corazón de los hombres, hasta que comprendí que
Dios me había elegido para ser su brazo izquierdo,
y mostrarles todo el mal de que son capaces. Tal
vez así se asustarán y se convertirán.
Berta tenía ganas de llorar pero se contuvo.
-Unas palabras muy bonitas, pero sin ningún
contenido. Apenas dan una explicación para la
crueldad y la injusticia.
-Al contrario que los demás, yo no lo hago por
dinero. Sé que el oro está maldito, como esta
tierra, y que no aportará felicidad para nadie: lo
hago porque Dios me lo ha pedido. Mejor dicho: me
lo ha ordenado en respuesta a mis oraciones.
"Es inútil discutir", pensó Berta mientras
el sacerdote metía su mano en el bolsillo y sacaba
unas pastillas.
-No sentirás nada- dijo-. Entremos en tu casa.
-Ni usted ni ninguna otra persona de esta aldea
pisará mi casa mientras esté viva. Quizás-esta
noche la puerta estará abierta, pero ahora, no.
El sacerdote hizo un gesto a uno de sus
acompañantes, que se acercó a ellos con una
botella de plástico.
-Tómate estas pastillas. Dormirás durante las
próximas horas. Cuando despiertes, estarás en el
cielo, junto a tu marido.

