Page 138 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               FALSTAFF.- La gra...sa, la grasa.
               LORD JUSTICIA- Seguís a todas partes al príncipe, como su ángel
               malo.
               FALSTAFF.- No así, milord; vuestro ángel malo no tiene peso; pero
               espero que aquel que me sirve, me tomará sin pesarme. Y sin
               embargo, confieso que no soy de curso corriente. La virtud es tan poco
               considerada en estos tiempos de verduleros, que el verdadero valor se
               ha hecho guarda-osos. El ingenio se ha convertido en tabernero y se
               gasta en preparar y llevar  las cuentas; todos los otros dones inherentes
               al hombre, tales como los ridiculiza la maldad de este siglo, no valen
               un racimo de grosella. Vos, que sois viejo, no os dais cuenta de las
               facultades de nosotros los jóvenes; juzgáis del calor de nuestros
               hígados con la amargura de vuestra bilis. Nosotros, los que estamos en
               todo el vigor de la juventud, somos a veces, lo confieso, un poco
               calaveras.
               LORD JUSTICIA.- Cómo escribir vuestro nombre en la lista de la
               juventud, Vos, que todos los caracteres de la edad designan como un
               viejo? No tenéis acaso los ojos llorosos? La mano seca? La mejilla
               amarillenta? La barba blanca? La pierna que disminuye? El vientre
               que aumenta? No tenéis la voz rota, el aliento corto, la papada doble,
               el espíritu simple, todas vuestras facultades, en fin, arruinadas por la
               edad? Y todavía os llamáis joven? Ta! ta, ta! Sir John.
               FALSTAFF.- Milord, nací a eso de las tres de la tarde, con la cabeza
               blanca y el vientre asaz redondo. En cuanto a la voz, la he perdido a
               fuerza de gritar y cantar antífonas. No quiero daros otras pruebas de
               mi juventud; verdad es que soy viejo solo por la razón y el
               entendimiento. Y aquel que quiera brincar conmigo por mil marcos,
               que me avance el dinero y ay! de él. En cuanto al bofetón que os dio el
               príncipe, os lo dio como un príncipe brutal y lo recibisteis como un
               lord sensible. Le he regañado por ello y el lioncillo hace penitencia,
               no a la verdad entre cenizas y ceñido el cilicio, sino vestido de seda y
               trincando vino añejo.

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