Page 180 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
P. 180

www.elaleph.com
               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               FALSTAFF.- Vive, maese Trivial.
               TRIVIAL.- No podía separárseme.
               FALSTAFF.- Qué había de poder! Siempre decía que no podía pasar a
               maese Trivial.
               TRIVIAL.- Por la misa, como sabía hacerla rabiar! Era entonces una
               real hembra. Se conserva bien?
               FALSTAFF.- Una conserva, maese Trivial.
               TRIVIAL.- Sí, tiene que ser vieja; no puede menos que serlo;
               ciertamente, es vieja; tuvo a Robín Faena-de-noche, del viejo Faena-
               de-Noche, antes que yo fuera a San Clemente.
               SILENCIO.- Hace de eso cincuenta y cinco años.
               TRIVIAL.- Ah, primo Silencio! Si hubierais visto lo que este
               caballero y yo hemos visto! Digo bien, Sir John?
               FALSTAFF.- Hemos oído el toque de media-noche, maese Trivial.
               TRIVIAL.- Eso sí, eso sí; ah! Sir John, eso sí. Nuestra palabra de
               orden era: Hem! muchachos. Vamos a comer, vamos a comer. Ah! los
               días que hemos visto! Vamos, vamos.
                   (Salen Falstaff, Trivial y Silencio)
               BECERRO.- Mi buen señor caporal Bardolfo, sed mi amigo y aquí
               tenéis para vos cuatro Enriques de diez chelines en escudos de
               Francia. La pura verdad es que me gustaría tanto ser ahorcado como
               partir; no es que, por mi parte, se me importe nada; pero me siento sin
               gana y, por mi parte, preferiría quedarme con mis amigos; sin eso, por
               mi parte, personalmente, no se me importaría nada.
               BARDOLFO.- Vamos, pasad a este lado.
               MOHOSO.- Mi buen caporal capitán, por la salud de mi vieja patrona,
               sed también mi amigo; no tendrá nadie a su lado para ayudarla,
               cuando yo me vaya; es vieja y no puede hacer nada, tendréis cuarenta
               chelines, señor.
               BARDOLFO.- Vamos, pasad también a este lado.
               ENCLENQUE.- Por mi alma que me es indiferente. Un hombre no
               puede morir más que una vez. Debemos a Dios una muerte; nunca

                                          180
                          Este documento ha sido descargado de
                                  http://www.educ.ar
   175   176   177   178   179   180   181   182   183   184   185