Page 32 - 13 EL MERCADER DE VENECIA--WILLIAM SHAKESPEARE
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y mortaja del cielo baja».
PORCIA.- Salgamos; corre la cortina, Nerissa.
(Entra un MENSAJERO.)
MENSAJERO.- ¿Dónde está mi señora?
PORCIA.- Aquí. ¿Qué desea mi señor?
MENSAJERO.- Señora, ha descendido en vuestra puerta un joven
veneciano, que se ha adelantado para anunciar la llegada de su
señor, de quien os trae tangibles homenajes, consistentes, además de
los saludos y palabras corteses, en ricos regalos. No he visto
todavía un embajador de amor que responda tan bien a su cometido.
Nunca un día de abril ha venido tan deliciosamente a anunciar la
próxima llegada del opulento estío como este mensajero la
aproximación de su amo.
PORCIA.- No más, te lo ruego; casi tengo miedo de que vengas en
seguida a decirme que es alguno de tu familia, al verte gastar en
alabarle semejante talento de los días de fiesta. Ven, ven, Nerissa;
porque tengo prisa de ver a ese correo del gentil Cupido que se
presenta con tan buen augurio.
NERISSA.- ¡Oh señor Amor, haz que sea Bassanio! (Salen.)
Acto III
Escena I
Venecia. -Una calle.
Entran SALANIO y SALARINO.
SALANIO.- Hola, ¿qué noticias hay de Rialto?
SALARINO.- Pues bien; todavía corre el rumor, sin que sea
desmentido, de que un buque ricamente cargado, de Antonio, ha
naufragado en el estrecho; en los Goodwins, que tal es el nombre del
sitio en que se ha sumergido: un escollo peligroso y fatal, donde
los cascos de una multitud de grandes barcos han encontrado su
sepultura, según se dice, si mi compadre el rumor es un honrado
individuo fiel a su palabra.
SALANIO.- Quisiera que en esta circunstancia fuese tan embustero
como la más embustera comadre que haya injerido jengibre o hecho

