Page 128 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
P. 128
–Antes existían muchas razones. Pero creo que ahora ya
no hacen que la gente se vuelva loca. Bien, aquí debió de
ser donde lanzó ese grito. Y luego, tal como la patrona
apuntó, siguió escribiendo unas cuantas líneas más. Venga
aquí y léalo.
–Un segundo, doc. Éste es el último corte.
Un minuto después, el interno se acercó a la máquina de
escribir.
–Tiene sentido hasta aquí –dijo el doctor–. Aquí es donde
la tecla atravesó el papel. Y después...
–Vamos Silver vamos Silver vamos Silver vamos Silver
vamos Silver arre vamos arre Silver va Silver mos arre arre
a la tierra del sur en la tierra de Silver vamos arre –leyó el
interno.
–Parece un telegrama que un sheriff enviase a su caballo.
¿Entiende algo, doc?
–No mucho. Creo que guarda alguna relación con lo ocu‐
rrido pero no veo cuál. Bien, aún no tengo mucha experien‐
cia en este distrito, Pete. ¿Hay que llenar algún formulario
o nos lo llevamos sin más?
–Primero miremos su cartera.
–¿Para qué?
–Si tiene el dinero suficiente, tendrá que ir a uno de los
sanatorios particulares. Y si tiene alguna nota con «En caso
de accidente avisar a...», primero tenemos que notificárselo
a la persona indicada; quizá sus parientes se hagan cargo
de los gastos, y entonces nosotros quedamos libres de toda
responsabilidad. Tenemos el hospital tan lleno que hemos
128

