Page 24 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Y desapareció. Luke se puso en pie, un poco vacilante, y


          miró alrededor, para ver si había kwimmado a otro lugar


          de la habitación. No lo vio.


            Volvió a sentarse, sacudió la cabeza para aclarar sus ideas



          y bebió otro trago a fin de confundirlas de nuevo.


            Gracias a Dios, o a Argeth, que tenía aquella foto. Al día


          siguiente iría a Los Ángeles para que se la revelaran. Si sólo


          mostraba una silla vacía, se pondría en manos de un psi‐


          quiatra a toda velocidad. Si aparecía un marciano..., enton‐


          ces decidiría lo que debería hacer.


            Mientras tanto, emborracharse lo más aprisa posible era


          lo único razonable que podía hacer. Ya había bebido dema‐


          siado para arriesgar a ir en el coche aquella misma noche,



          y cuanto antes bebiera hasta dormirse, antes se despertaría


          por la mañana.


            Cerró los ojos, y cuando los volvió a abrir, el marciano


          estaba  de  nuevo  sentado  en  la  silla.  Con  una  mueca  de


          burla, dijo:


            –Estaba en esa pocilga de dormitorio, leyendo tu corres‐


          pondencia. ¡Uf, cuánta basura!



            ¿Correspondencia? Allí no tenía ninguna corresponden‐


          cia, pensó Luke. Y luego recordó que sí. Un pequeño pa‐


          quete  con  tres  cartas,  las  que  Rosalind  le  había  escrito


          cuando él estuvo en Nueva York tres meses atrás para en‐


          trevistarse con su editor y convencerle que le diera otro


          adelanto sobre el libro que ahora trataba de iniciar. Estuvo


          allí una semana, dedicándose a renovar sus relaciones con


          los editores de revistas; había escrito a Rosalind cada día y




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