Page 30 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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cabeza fuera de la ventanilla. Alucinación o no, le era im‐


          posible ver a través del hombre verde, de modo que tenía


          que mirar por un lado.


            Dudó un instante en si debía o no detenerse en el parador



          para tomar café, y decidió que sería mejor hacerlo. Quizás


          el marciano se quedase donde estaba. Y si no lo hacía y se‐


          guía a Luke al interior del parador, nadie podría verlo, de


          modo que tampoco tenía importancia. Con todo, tendría


          que recordar que no debía hablar con él, o todos le creerían


          loco.


            El marciano saltó al suelo cuando Luke aparcó el coche, y


          le siguió hacia el parador. No había en aquel momento nin‐


          gún otro cliente. Sólo un camarero de rostro triste, con un



          largo delantal blanco.


            Luke se sentó en un taburete alto frente a la barra. El mar‐


          ciano dio un salto y se sentó en el taburete contiguo, po‐


          niendo los codos sobre el mostrador. El camarero dio me‐


          dia vuelta y se quedó mirando, pero no a Luke. Gimió:


            –Oh, Dios, aquí tenemos a otro.


            –¿Cómo? –exclamó Luke–. ¿Otro qué?



            Apretó el borde del mostrador con tal fuerza que le do‐


          lieron los dedos.


            –Otro marciano –dijo el dependiente–. ¿Acaso no puede


          verlo?


            Luke aspiró profundamente.


            –¿Quiere decir que hay más de ellos?


            El camarero miró a Luke con profundo asombro.








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