Page 32 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Un gran número de personas murieron aquella noche. O
aquella mañana o tarde, según donde se encontraran. Sólo
en Estados Unidos, las víctimas se calcularon en más de
treinta mil, la mayor parte pocos minutos después de la lle‐
gada de los marcianos.
Algunos fallecieron de un ataque al corazón a causa del
susto. Otros de apoplejía. También de heridas por arma de
fuego, porque muchos sacaron sus escopetas y trataron de
disparar sobre los marcianos; las balas los atravesaron sin
ningún efecto aparente, y con lamentable frecuencia fueron
a enterrarse en carne humana. Otro gran número perecie‐
ron en accidentes de automóvil. Algunos marcianos habían
kwimmado de repente a vehículos en movimiento, gene‐
ralmente al asiento contiguo al del conductor. Las palabras
«Más aprisa, Mack, más aprisa», surgiendo de lo que el
conductor suponía un asiento vacío, no le ayudaban en
nada a mantener el control del coche, aunque no se vol‐
viera para mirar.
No hubo víctimas entre los marcianos, aunque muchos
les atacaron –unas veces sin previo aviso; otras, como en el
caso de Luke Deveraux, más tarde, tras llegar a la exaspe‐
ración– con pistolas, cuchillos, hachas, sillas, platos, garro‐
tes, instrumentos musicales, libros, mesas, herramientas,
guadañas, lámparas, cortadoras de césped..., cualquier
cosa que tuvieran a mano. Los marcianos se limitaban a
mofarse de los ataques y proferir comentarios insultantes.
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