Page 36 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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O tomemos el infortunado caso de las parejas en plena
luna de miel –y ya sabemos que siempre existen parejas en
luna de miel– o en cualquier razonable aunque no tan legal
equivalente de una luna de miel.
Tomemos pues al azar a los señores Gruder, de veinti‐
cinco y veintidós años de edad, que en aquel mismo día se
habían casado en Denver. William R. Gruder era teniente
de la armada, destinado como instructor en Treasure Is‐
land, San Francisco. La novia, Dorothy Gruder, nacida
Armstrong, trabajaba en la sección de anuncios del Tri‐
bune, de Chicago. Se habían conocido y enamorado mien‐
tras Bill estuvo en la Escuela Naval de los Grandes Lagos,
cerca de Chicago. Cuando le trasladaron a San Francisco,
decidieron casarse el primer día de una semana de permiso
que iban a concederle, para lo cual se encontrarían a medio
camino, en Denver. Pensaban pasar aquella semana en
Denver como luna de miel. Después, él regresaría a San
Francisco, acompañado de su esposa.
Se casaron a las cuatro de la tarde de aquel día, y si hu‐
bieran sabido lo que iba a ocurrir a las pocas horas, hubie‐
ran ido a un hotel inmediatamente para consumar su ma‐
trimonio antes de que llegasen los marcianos. Por su‐
puesto, no tenían ni idea.
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