Page 37 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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En cierto modo tuvieron suerte... Ningún marciano se
ocupó de ellos de inmediato; tuvieron tiempo de prepa‐
rarse mentalmente antes que vieran al primero.
A las 9:14 de la noche, acababan de entrar en un hotel tras
una agradable cena, y el botones disponía sus maletas en
la habitación.
Mientras Bill le deslizaba una rumbosa propina, escucha‐
ron el primero de lo que se convirtió en una serie de ruidos.
Alguien, en una habitación cercana, empezó a gritar, y el
grito pareció despertar el eco de otros chillidos más lejanos,
que aparentemente procedían de distintas direcciones.
Luego, furiosas exclamaciones masculinas. Después, el so‐
nido de seis tiros en rápida sucesión, como si alguien va‐
ciara el cargador de una pistola. Pasos que corrían por el
pasillo.
Y más carreras, que parecían venir de la calle, y el repen‐
tino chirrido de los frenos y luego más disparos. Y una voz
irritada en la que parecía ser la habitación contigua, dema‐
siado confusa para que se entendieran las palabras, pero
sonando como si fuera una serie de maldiciones.
Bill arrugó el ceño, y se dirigió al botones:
–Creí que se trataba de un hotel tranquilo, uno de los bue‐
nos. Antes lo era, por lo menos.
El botones tenía una expresión asombrada.
–Lo es, señor. No puedo imaginar lo que ocurre...
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