Page 43 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
P. 43

Dorothy dijo:


               –Es como dijeron por la radio, Bill. Pero recuerda que él


            tampoco puede hacernos daño.


               –Me hace daño a mí, querida. Sólo con sentarse ahí.



               –Ya sabes lo que estoy esperando –dijo el marciano–. Si


            queréis que me vaya, ya podéis empezar. Creo que vuestra


            raza primero se quita la ropa, ¿no? Vamos, vamos, desves‐


            tiros.


               Bill dio otra vez un paso hacia delante.


               –Oye, espantajo verde...


               Dorothy le contuvo.


               –Bill, déjame intentar algo.


               Ella se puso delante de él y miró con ojos suplicantes al



            marciano.


               –No lo comprendes –dijo–. Nosotros... nos amamos sólo


            en privado. No podemos hacerlo, ni queremos, hasta que


            te vayas. Por favor, vete.


               –Tonterías, Jane. Me quedo.


               Y se quedó. Durante tres horas y media, los recién casa‐


            dos, sentados en el borde de la cama, trataron de ignorar la



            presencia del marciano, esperando que se cansara. Desde


            luego, sin decirse el uno al otro que intentaban conseguir


            que se cansara, porque ahora sabían que con ello sólo con‐


            seguirían que el marciano se mostrase más obstinado en


            quedarse.


               En ocasiones hablaban o intentaban hablar, pero no era


            una conversación muy lúcida. A veces Bill iba hasta la ra‐


            dio y jugaba con el dial por un momento, confiando en que




                                                                                                               43
   38   39   40   41   42   43   44   45   46   47   48