Page 97 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Y el marciano que estaba en la esquina de la mesa se puso
los pulgares en los oídos, agitó sus otros dedos y emitió un
estridente maullido.
Forbes le golpeó con todas sus fuerzas. Y a continuación
aulló de dolor cuando su puño, pasando a través del mar‐
ciano, golpeó, haciéndola caer, la pesada lámpara metálica
que ocultaba con su cuerpo.
Retiró la mano herida y la contempló sin expresión a tra‐
vés del péndulo de las piernas del segundo marciano. De
pronto, los dos marcianos desaparecieron del despacho.
Forbes, con el rostro ahora blanco en vez de rojo, volvió a
sentarse lentamente y miró sin ver a las seis personas sen‐
tadas en su despacho, como si se preguntara la razón de
que se hallaran allí. Luego se pasó la mano por la cara y
dijo:
–Al tratar con los marcianos, es importante recordar
que...
En ese momento, hundió la cabeza entre los brazos, apo‐
yados en el escritorio, y empezó a sollozar suavemente.
La señora Johnston era la que estaba más cerca de la
mesa. Se puso en pie y se adelantó, poniendo una mano en
el hombro del que lloraba.
–Señor Forbes –dijo–, señor Forbes, ¿se encuentra bien?
No hubo ninguna respuesta, pero los sollozos cesaron
poco a poco.
Todos los demás también se pusieron en pie. La señora
Johnston se volvió hacia ellos:
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