Page 498 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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cabeza  y,  con  un  violento  y  rápido  movimiento,  se

            cubrieron la cara con capuchas oscuras. No disponían

            de  ojos  visibles,  ni  de  orificios  para  la  boca;  eran


            totalmente opacas.

                Del vientre de cada una de las naves aéreas, a una

            distancia absurda por su cercanía, surgieron racimos


            de cuerdas que se agitaron y latiguearon al caer hasta

            el  pavimento.  Contenían  a  los  piquetes,  los


            manifestantes y la turba circundante con cuatro pilares

            de cuerda suspendida, dos a cada lado del río. Unas

            figuras oscuras se deslizaron por ellas con habilidad, a


            velocidad  cegadora,  hasta  llegar  abajo  como  un

            constante  goteo.  Tenían  el  aspecto  de  coágulos


            grumosos rezumando desde las entrañas de las naves

            destripadas.

                De la multitud llegaron gemidos que se fracturaban


            en  terror.  La  cohesión  orgánica  se  rompió.  La  gente

            huía  en  todas  direcciones,  aplastaba  a  los  caídos,

            recogía a los niños y a los amantes y tropezaba con los


            adoquines y las piedras rotas. Trataban de dispersarse

            por las calles laterales, que se extendían desde la orilla

            como una red de grietas. Pero corrían en dirección a las


            esferas de guerra, que flotaban aguardando en la ruta

            de las callejuelas.


                La milicia uniformada convergió de repente sobre el

            piquete desde todas las avenidas. Se produjeron más




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