Page 502 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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rápidamente y tomó su segunda arma. El objetivo era
un chamán, comprendió, y si le daban tiempo podría
invocar a una ondina, lo que complicaría enormemente
las cosas. El oficial alzó el arma hasta su hombro,
apuntó y disparó con un rápido movimiento. El
martillo, con su fragmento de yesca, se deslizó por el
borde serrado de la cobertura del pedernal, lo golpeó y
provocó una chispa.
La bala salió expelida entre una bocanada de gas,
proyectada como una intrincada guirnalda y fue a
enterrarse en el cuello de su objetivo. El tercer miembro
del comité huelguista vodyanoi cayó retorciéndose al
fango y un chorro de agua saltó sobre él. Su sangre
formó un charco sobre el lodo.
Los muros de agua alterada de la trinchera
comenzaban a fracturarse y colapsarse. Sangraban y se
combaban, mientras el agua se filtraba y diluía sobre el
lecho del río, sacudiendo los pies de los pocos
huelguistas restantes, retorciéndose como el gas sobre
ella, hasta que, con una sacudida, el Gran Alquitrán
volvió a unirse y sanó la falla que lo había paralizado y
sus corrientes volvieron a fundirse. El agua
contaminada enterró la sangre, los panfletos políticos y
los cadáveres.
Mientras la milicia sofocaba la huelga en Arboleda,
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