Page 503 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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los cables descendían del quinto dirigible, como había
sucedido con sus compañeros.
Las multitudes de la Perrera gritaban, pasando las
noticias y las descripciones de la pelea. Los fugados del
piquete se arracimaban en las callejuelas destartaladas.
Bandas de jóvenes corrían de un lado a otro en enérgica
confusión.
Los comerciantes de la calle del Lomo Plateado
gritaban y señalaban al dirigible, que desenrollaba sus
aparejos hacia tierra. Las advertencias eran sofocadas
por el repentino estruendo de las bocinas en el aire, que
cada dirigible iba haciendo sonar por turno. Un
pelotón de la milicia descendió del aire cálido hacia las
calles de la Perrera.
Se deslizaban bajo la silueta de los tejados, repicando
con sus pesadas botas el hormigón del patio en el que
habían aterrizado. Parecían más constructos que
humanos, embutidos en una extraña y retorcida
armadura. Los pocos trabajadores y los indigentes en
el callejón sin salida los contemplaban boquiabiertos,
hasta que uno de los soldados se giró levemente,
levantó un enorme mosquetón y barrió con él un arco
amenazador. Ante aquel gesto, los presentes echaron
cuerpo a tierra o se giraron y huyeron.
Los soldados descendieron en tropel por una
escalera rezumante hasta el matadero subterráneo,
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