Page 500 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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tentáculos no podían penetrarlos.

                Las filas de la milicia cargaron contra los espacios

            abiertos donde se congregaban los piquetes. Hombres


            y  vodyanoi  blandían  las  pancartas  como  garrotes

            improvisados.  Dentro  de  la  desordenada  masa  se

            producían salvajes escaramuzas, ya que los agentes de


            la milicia golpeaban con porras puntiagudas y látigos

            recubiertos del veneno de las esferas de guerra. A seis


            metros  de  la  línea  de  confusos  e  iracundos

            manifestantes,  la  primera  oleada  de  la  milicia

            uniformada se arrodilló y alzó sus escudos de espejo.


            Desde detrás de ellos llegó el farfullo ininteligible de

            un shunn, y después los rápidos arcos de humo cuando


            sus  compañeros  arrojaron  granadas  de  gas  contra  la

            manifestación. Los soldados se movían inexorables en

            aquella nube, respirando a través de sus máscaras con


            filtro.

                Un grupo de oficiales se separó de la cuña principal

            y bajó al río arrojando un tubo siseante tras otro de gas


            ondulante contra el dique de los vodyanoi. El espacio

            se llenó con el croar y los chillidos de los pulmones y la

            piel        ardiendo.              Las         murallas             cuidadosamente


            elaboradas  comenzaron  a  derramarse  y  rezumar  a

            medida  que  los  huelguistas  se  arrojaban  al  río  para


            escapar de las horripilantes emanaciones.

                Tres  soldados  echaron  rodilla  a  tierra  en  el  borde




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